Al nacer y sin tu permiso la vida en una noria se torna.
Ascendente es el principio, llegando con prontitud la niñez; es divertido,
excitante, novedad a novedad fugazmente por ella paseas. Las poleas de la vida
continúan elevando tu balancín hasta adentrarte en la infancia, su sabor
comienza a tener tintes picantes de emoción provocada por cierta sensación de
peligro !está cada vez mas alto!
No se detiene la noria, llega la juventud estas prácticamente en
lo más alto e incluso miras por encima del hombro alguna vez. Te permites el
lujo de lanzarte al barro y en ocasiones regodearte en el, sabes que saldrás
¡tú puedes! En un “jacuzzi” de barro, pides incluso una copa mas de miel y una
segunda de hiel, hasta emborracharte de ambas, los sabores fuertes son tu impulso.
La embriaguez te adormece, nubla tu visión, no obstante la noria
continúa su girar y la vida te mira pacientemente, esperando su oportunidad. De
pronto ¡se apaga la luz! fenazo en seco, ¡sacudida! Se estremece todo tu ser y pareces despertar,
abres los ojos y plena somnolencia, observas ante ti el camino de bajada y te
preguntas ¿cuando y como llegaste allí?
Un nuevo traqueteo, la vida quiere continuar su camino y mueve
broncamente las poleas de la noria, te hace despertar bruscamente y tomar conciencia,
de que llegaste:
A LA MITAD DEL CAMINO.
Allí, donde te preguntas:
¿Otoño?
¿Primavera, tal vez?
¿principio del final?
o quizás
¿final del principio?
El calor es tenue,
placido el frío.
El miedo y la prudencia
ocupan
su lugar.
Allí,
donde hallas respuestas
al
mirar atrás.
Allí,
donde el futuro
Se
abre ante ti.
22
de diciembre del 2013
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