REFLEXIÓN SOBRE UNA REFLEXIÓN

                                       


Aun estando de acuerdo 100%, en cuanto al argumento y título (muy apropiado), me gustaría hacer unos apuntes sobre el contenido y que por supuesto pertenecen a una opinión personal.
Para ello dividiré en dos partes el escrito, pues a pesar de considerar como tú, que el relato está bien conducido e interrelacionado todo, a mi modesto parecer, tiene dos vertientes, una pragmática y otra sentimental. Pero a mi parecer una sola causa.
  En cuanto a la cuota de responsabilidad de los realities que describes, sobre el choque generacional en esta nuestra “bendita” profesión, yo creo que existe una pequeña dosis de omisión de la cruda realidad existente en el 75% de las cocinas y en este orden de cosas  podríamos incluir a ciertas escuelas de cocina, tan solo la deja entrever  mínimamente el programa: Pesadilla en La cocina, pero en este caso tergiversando los hechos, de forma que en la mayoría de los casos aparecen los empleados, como los principales “culpables” por omisión  o mala praxis.
Ambos sabemos perfectamente que el tipo y técnicas de cocina que se llevan a cabo en los programas que mencionas, se realizan en contados establecimientos, que para llegar a poder realizarlas es necesario un largo aprendizaje de técnicas primarias en cuanto a manipulación de materias primas,  además, en el reducido número de dichos establecimientos, no caben todos, por lo cual, los que no tienen la fortuna de formar parte de uno de ellos, en parte se siente un poco “engañados”. Así mismo muchos principiantes, los cuales cuentan como único capital, su tiempo e ilusión (vocación) invierten una parte de ellas prestándose a realizar “practicas” no enumeradas e incluso en algún caso incluso les supone un desembolso económico y como tu bien dices solo a cambio de; “les regala apariciones de tipo mariano en las cocinas a las que han ido a formarse”. Y recibir otra dosis de “engaño onírico”. Poco tiempo más tarde reciben el correspondiente bautizo de realidad.
Esto nos lleva al asunto de la conciliación, en el cual, al igual que tú, no estoy de acuerdo con el tópico “la gente joven no quieren trabajar y aún menos, responsabilidades”, creo, que sencillamente son jóvenes y han observado las circunstancias que han  concurrido en sus entornos. Todos ellos tienen; padres, tíos o familiares mayores de 35 años, no solo en el mundo de la hostelería, dado que esta “anomalía” no es exclusiva de nuestro ámbito, cierto es, que en él se agrava. Dichos familiares han dedicado gran parte de sus días a trabajar y trabajar, (¿te suena?) dejando a un lado su propia vida, con todo lo que ello conlleva; falta de tiempo para esposa e hijos, para leer, divertirse, etc. Y evidentemente han tomado nota y no les gustaría repetir la historia,  en todo caso son  jóvenes y todos hemos pasado por ello, ¿no? En conclusión, los jóvenes quieren trabajar para vivir, no vivir para trabajar y aún menos y dadas las características actuales del mercado laboral, en el mejor de los casos, PARA SOBREVIVIR.
  y ahora me ocuparé de la vertiente pragmática. En ella, a mis “cortas luces”,  cada uno de nosotros  individualmente y sálvese el que pueda, tenemos una parte de responsabilidad, ya que hemos permitido el arraigo del consumismo y de la perpetuación del “tanto tienes, tanto vales” y de la pleitesía al firmante de las nóminas,  e incluso a mandos intermedios que sin menoscabo a sus cualidades individuales ni cargo, considero que son personas al igual que cada uno de nosotros, en la actualidad,  aún se puede escuchar, otorgar  el tratamiento de Don o Doña, a director o  subdirector por ese simple hecho y no por imposición.
En cuanto a los trabajadores autónomos, no soy la persona más adecuada para hablar de ellos, o ¡sí!, ya que fui uno de los que cometió ese error, dada la experiencia estoy de acuerdo en cada una de las palabras que escribes, ahora bien matizaría un poco más en cuanto a las razones que pueden motivar dicha actuación, en la mayoría de los casos, en los que no me incluyo. Y principalmente en épocas de “crisis” algunas personas optan como última opción y a la desesperada por montar un pequeño negocio y dado que en apariencia solo en apariencia, la industria más sencilla y rápida es la hostelería, con lo cual y sin analizar pros y contras; de ubicación, establecimiento alquilado, equipamiento, etc. Se lanzan a la aventura, en este ámbito si me puedo incluir. De la misma forma hay otro grupo que al montar ese pequeño negocio, buscan “liberarse” del mercadeo laboral y de ciertas “normas no escritas, pero impregnadas en la sociedad”. Me da la impresión que en el biberón, que tomamos de pequeño incluyen una pequeña dosis de ellas. Perdón por la pequeña licencia de incongruencia.
Tan solo me queda expresar, lo que en mi opinión es la causa de este efecto que estamos viviendo. Para ello me auto-otorgaré el permiso de utilizar una frase de un pequeño gran sabio que se llama Pablo da Silva Fernández.
Vivimos en un salvaje anarco-capitalismo y hoy por hoy es lo que hay. Y yo añado desgraciadamente: Son lentejas.


PUNTO DE INFLEXIÓN   Laura continuaba con su nueva vida, la cual comenzó aquella noche cuando se cruzó con la imagen que reflejaba de ella, ...

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