No,
no fueron esos instantes de pasión que encendieron cada poro de nuestra piel. Y
sí, si creí tu cuento de princesa herida y sin motivo desheredada. Pero fue tu
mirada la que quedó grabada cuál tatuaje en mi corazón, esa que lanzaste en
forma de sonda a las profundidades de la mía, aquella tarde en la cual el cielo
pintaba en claro azul cobalto.
Hoy quisiera
inventar un sueño, en él, no seré un simple peluche que un día usaste de
almohada ni mi piel añorará la liviana quemadura de tus caricias y tal vez, aceptaré
la maldita coherencia de la realidad. Tú no estás y mi fastidio me impedirá una
noche más, soñar que no son las frías sabanas quien acaricia mi desnudo cuerpo.
Cuando se dibuja la primera
letra de lo que uno pretende que llegue a ser una novela, tiene en su cabeza el
dibujo perfecto, claro está, que para uno lo es. Sabe qué personaje o que tono
usara en cada centímetro del lienzo que es el folio en blanco que tiene delante.
Sin embargo, en ese primer borrador que dibuja en su cabeza, ni prevé, ni tan
siquiera imagina que cada uno de los personajes tomarán vida propia para ser
ellos los que decidan donde y cuando aparecerán. Laura desde un principio dio
muestras de que sería ella y solo ella quien decidiría qué contar, cuando y de
quién. Durante muchos años ocultó la verdad, por consideración y respeto hacia
aquellos que le habían puesto piedras en el camino, pero había decidido tomar las
riendas de su vida y para ello necesitaba abrir la caja de pandora y liberarse
de sus viejos fantasmas atribuyendo a cada uno de estos su responsabilidad y
poder cargar con la suya propia.
BENET DA SILVA (AUTOR)
La literatura puede cambiar
al mundo, y eso parece saberlo Benet en esta obra, poniendo delante de nuestros
ojos una historia real de situaciones y sentimientos en un cóctel de
proporciones equilibradas. Algo que nos hace pensar y sentir, tal vez para que
entendamos las relaciones humanas de otra manera (y
así intentemos cambiar el mundo, como decíamos antes).
JUAN IGNACIO FERRANDIZ AVEDAÑO (ESCRITOR)
Federico García Lorca decía:
Si
tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría pan, sino que
pediría medio pan y un libro.
Bien
está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Yo tengo
mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un
hambriento.
Enviadme
libros, muchos libros para que mi alma no muera. Pido libros, es decir,
horizontes, es decir, escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del
corazón.
Solo
a través de la cultura se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el
pueblo lleno de fe, pero falto de luz.
Y a Gustavo Adolfo Bécquer le gustaba definir a los
escritores como un vaso, como al vaso que recoge la esencia de las cosas, y lo
describía así:
Yo soy nieve en las cumbres,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares
y espuma en la ribera.
Yo soy el invisible
anillo que sujeta
El mundo de la forma
Al mundo de la idea.
Yo, en fin, soy ese espíritu,
Desconocida esencia,
Perfume misterioso
De que es vaso el poeta.
*Y JOSE SÁNCHEZ añade a estos
versos…
Desconocida esencia
de todas las biografías
de que es vaso Benet da Silva.
José Sánchez castro.
*Maestro de ceremonias y
guionista de la presentación de LA VERDAD DE LAURA
Una novela que nos lleva a
compartir el trayecto vital de Laura, una historia de superación constante. La
protagonista transita por una vida compleja repleta de muros que parecen
insalvables y una sociedad repleta de perjuicios que la deja a un lado. Laura
es una mujer que podría ser una vecina o cruzarnos con ella en cualquier
momento o lugar, pero si no conocemos su historia, jamás sabremos la fuerza y
bondad que alberga en su corazón.
ESCRITO DE JOSÉ SÁNCHEZ CASTRO PRESENTADOR DEL EVENTO
Buenas
tardes y bienvenidos a este Rincón que suele ser de música, cante y baile,
pero que hoy nos ofrece esta colección de cuadros de Lídice González Jiménez y,
sobre todo, nos ofrece literatura.
En
este Rincón todo es arte. Porque Lidia y Lucía, las dueñas, lo tienen a manos
llenas; porque los que venís a un espectáculo (sea de lo que sea) tenéis en el
corazón un pequeño duendecillo sensible y creador; y porque el que se sube a
las tablas de un escenario y se pone a la vista de todos tiene en la palma de
la mano una forma diferente de… Una habilidad, una destreza, una facultad para…
Algo que lo hacen diferente a los demás.
Ese algo que diferencia a los artistas hoy se
personifica en la figura Benet da Silva. Él, no sé si también canta, no sé si también
baila, pero tiene el don de cerrar los ojos, de ordenar palabras y de plasmarlas
en un libro
Un
autor muy famoso de nuestra extensa literatura nacional decía:
Si
tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle, no pediría pan, sino que
pediría medio pan y un libro.
Se
trata de nuestro querido Federico García Lorca.
Y
continuaba diciendo:
Bien
está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Yo tengo
mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un
hambriento.
Y
añadía:
Enviadme
libros, muchos libros para que mi alma no muera. Pido libros, es decir,
horizontes, es decir, escaleras para subir a la cumbre del espíritu y del
corazón.
Y
acababa diciendo:
Solo
a través de la cultura se pueden resolver los
problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz.
—Yo, a
esta frase, con el permiso de Federico, le cambiaría una palabra para hacerla
actual. Diría:
Solo a
través de la cultura se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el
pueblo lleno de Facebook, pero falto de luz.
Hoy no es
la Fe la que mueve los corazones, sino Facebook, Netflix, YouTube… Son tantas
las ofertas “facilonas”, son tantas las forma de perder el tiempo, son tantas
las maneras de desentrenar el cerebro que leer un libro es de locos. ¿Quién
lee? ¿A cuántos conocemos que lean?
Y si son
pocos los que leen, ¿quién escribe?
Está
claro, solo escriben los valientes, los inquietos, los nómadas, los Benet da
Silva y pocos más. Para
empezar con de La verdad de Laura, primero
voy a leer la sinopsis que viene en el libro y después, sin ánimo de desvelar
el contenido, voy a leer dos fragmentos que nos revelan dos de las muchas
emociones que la protagonista siente en la montaña rusa de su vida:
—La
sinopsis dice así:
Laura, en sus primeros años de vida, es criada por la tía de su madre,
Soledad. Con ella crece rodeada de cariño y atenciones. Hechos que la marcarán
de forma positiva, forjándole un carácter confiado y cariñoso. Todo cambia
cuando su madre biológica la sustrae de ese entorno y convierte su tránsito
vital en una montaña rusa.
Y ahora
dos fragmentos muy significativos del desarrollo del libro:
—Con el paso de los días, la joven no solo fue ganándose su confianza,
sino que, después de varios meses, se convirtió casi en imprescindible y
consiguió revertir el menosprecio en afecto sincero gracias a su dedicación y
amabilidad. En esos momentos, Laura, al sentirse valorada e integrada en un
núcleo familiar, experimentó una agradable sensación de paz.
—Laura sabía, o cuando menos sospechaba, el tipo de
local en el que había trabajado su madre, pero ni en sus peores suposiciones
habría imaginado que fuera capaz de introducirla en aquel ambiente. La
decepción se apoderó de sus sentimientos al percatarse de la encerrona que le
había urdido…
Una revista que se publica semestralmente, gracias a la cooperación del club de lectura y teatro de Viñuela y el ayuntamiento de esta población. En ella, encontraras artículos de toda índole, curiosidades, reflexiones, historia, gastronomía, recomendaciones literarias. y si pinchas en el enlace de nuestro club podrás leer microrrelatos de diversa temática, noticias relacionadas con la comarca, etcc
Laura, en sus primeros años de vida es criada por Soledad que
es tía de su madre, allí crece rodeada de cariño y atenciones, hecho que la
marcará de forma positiva, forjando en ella un carácter confiado y cariñoso.
Todo cambia cuando su madre biológica la sustrae de ese entorno y convierte su tránsito
vital en una montaña rusa.
DESCRIPCIÓN
La literatura puede cambiar al mundo, y eso parece saberlo
Benet en esta obra, poniendo delante de nuestros ojos una historia real de
situaciones y sentimientos en un cóctel de proporciones equilibradas. Algo que
nos hace pensar y sentir, tal vez para que entendamos las relaciones humanas de
otra manera (y así intentemos cambiar el mundo, como decíamos antes).
De igual temática que la anterior de la cual es protagonista una
mujer. Laura, es una persona como cualquier otra que nos cruzamos por la calle,
o que vive en nuestro portal, o que conocimos un día y cuya vida repasamos
ociosamente un día de lluvia en nuestra casa con amigos o familiares para pasar
el tiempo. Pero Laura también somos nosotros y, por eso, conociéndola en la
intriga inherente a esta obra, nos interesamos. Nos inmiscuimos. Le daríamos
consejos, porque en estas páginas vamos a vivir en sus zapatos, vamos a
experimentar sus vicisitudes, que en el imán de sus renglones serán nuestras
también. Y de esa forma, mediante la simulación de la vida que es la buena
literatura, aprenderemos a vivir y a sortear los embates del azar al que, como
dijo Boris Vian, estamos condenados. me viene a la mente esta frase de Albert
Camus, “toda la desgracia de los hombres proviene de la esperanza”.
A menudo he pensado al leer uno, que el prólogo de una buena novela es el aperitivo no pedido de un comensal que ha elegido otros platos y que, por tanto, como lector uno tiene el derecho de repudiarlo porque, a fin de cuentas, quiere comer otras cosas. Ese complejo me acompaña cuando escribo estas líneas, lacónicas e insustanciales, menos importantes, como lo es la sombra que acompaña al cuerpo. Y con este prejuicio, pero cargado de buenas intenciones, pretendo acercar esta novela al lector seguro, eso sí, de que le conviene leerla, lo que ya me adelanto a decir.La literatura puede cambiar al mundo, y eso parece saberlo Benet en esta obra, poniendo delante de nuestros ojos una historia real de situaciones y sentimientos en un cóctel de proporciones equilibradas. Algo que nos hace pensar y sentir, tal vez para que entendamos las relaciones humanas de otra manera (y así intentemos cambiar el mundo, como decíamos antes).
Laura, su protagonista, es una persona como cualquier otra que nos cruzamos por la calle, o que vive en nuestro portal, o que conocimos un día y cuya vida repasamos ociosamente un día de lluvia en nuestra casa con amigos o familiares para pasar el tiempo. Pero Laura también somos nosotros y, por eso, conociéndola en la intriga inherente a esta obra, nos interesamos. Nos inmiscuimos. Le daríamos consejos, porque en estas páginas vamos a vivir en sus zapatos, vamos a experimentar sus vicisitudes, que en el imán de sus renglones serán nuestras también. Y de esa forma, mediante la simulación de la vida que es la buena literatura, aprenderemos a vivir y a sortear los embates del azar al que, como dijo Boris Vian, estamos condenados.
Sigamos pues el rastro de estas miguitas, canción de letra sencilla, pero de potente música. Como la vida de las personas, aparentemente simple, pero llena de dilemas y contratiempos, obstáculos tan insalvables como a fin de cuentas uno quiera que sean. Sin duda leeremos este libro a gran velocidad, porque está bien escrito, porque la historia nos interesa y, quizás, porque de una manera absurda pensemos que con la lectura continua de esta historia también ayudamos a Laura sabiendo lo que le pasa (y nos ayudamos a nosotros mismos).
Y me viene a la mente esta frase de Albert Camus, “toda la desgracia de los hombres proviene de la esperanza”.
Mentira. Una gran mentira. ¿A que sí, Laura? ¿A que sí, Benet?
La experiencia vivida y la retribución obtenida me animaron a continuar con aquel “empleo”. Casi dos meses más tarde, Agustín me comunicó que Isabel había solicitado verme de nuevo. No esperaba volver a verla, menos sabiendo lo que ella pensaba sobre este tipo de encuentros, a los que definió como: «Simples transacciones comerciales sin vínculo alguno de ninguna de las dos partes».
Me alegré en parte, ya que en el primer encuentro entre nosotros existió química. Coincidíamos en algunas percepciones de la vida. Era una mujer resuelta y algo anárquica además de atractiva. Sus ojos eran verdes y expresivos y sus labios finos; su pelo largo y negro azabache.
El viernes de aquella semana me reuní con ella en el mismo lugar. En esa ocasión, el saludo fue menos protocolario y me permití besar sus mejillas. Apenas noté el paso del tiempo, hasta que ella me señaló la hora y me pidió que la acompañara hasta la puerta de su hotel. Durante el camino, concretamos vernos la mañana siguiente. Me propuso ir hasta el Monasterio de piedra, en la comarca de Calatayud.
Hicimos aquella excursión y distintas actividades durante el sábado. Después del intenso día, sobre las diez de la noche, me pidió que la llevara de vuelta al hotel. Cuando nos detuvimos frente a la entrada, ella me miró y me preguntó:
―¿Te apetece tomar una copa en mi habitación? ―Y con pícara sonrisa, añadió―: Una y te marchas.
Acepté y ya en la habitación, me sugirió que sirviera las copas, mientras ella se ponía cómoda. Tras unos minutos, salió del baño con un pijama que no dejaba ver ni un centímetro de su piel, pero que insinuaba una esbelta figura, que motivó a mi imaginación.
Dimos el primer sorbo a las bebidas e iniciamos una conversación. Poco tiempo después, las copas seguían intactas y nuestros cuerpos se revolcaban sobre la moqueta. Isabel debió notar mi inexperiencia sexual, pues me miraba como con rostro de sorpresa. Esta circunstancia pareció excitarle aún más y casi me ordenó:
―Déjame hacer a mí.
Jugó con mi cuerpo a su antojo. De vez en cuando agarraba mis manos y las depositaba sobre el suyo en el lugar que ella deseaba.
En el fragor del momento, mis labios pronunciaron un nombre que apagó el incendio:
―Encarna…
Intenté disculparme en vano. Ella solo respondió:
―Vete, por favor.
Al llegar a mi habitación, intenté analizar lo sucedido, dando vueltas en círculos a mis pensamientos.
Llegué a la conclusión de que debía elegir entre resignarme a que Encarna se interpusiera en mis relaciones o renunciar a sustituirla.
Laura, aunque a cierta distancia, reinició el consumo de cannabis de manera habitual, le siguió la estela durante un tiempo, lo amaba y pretendía evitar su caída.
Una vez fuera del hospital, Manuel intentó en varias ocasiones retomar la relación, a lo que, no sin esfuerzo y haciendo acopio de toda su fuerza de voluntad, ella se negó. Perdida toda esperanza de contar con él, quedó a merced de Dolores, sin fuerza moral para seguir enfrentándose a ella a causa de la deuda que creyó haber contraído y con la responsabilidad de criar a su hijo. Fue ella misma quien ofreció en bandeja a Dolores llevar a cabo sus planes.
—Dolores —así la llamaba siempre—, seguro que tú conoces a alguien o algún lugar en el que se necesite empleadas, aunque sea para fregar suelos. En ese instante, Dolores debió sentirse dueña de la situación. No obstante, no tenía prisa alguna, además, a pesar de que no fue un embarazo deseado, era su hija.
—No te preocupes por eso ahora, yo me ocuparé de todo, tú recupérate.
Fueron casi dos horas de conversación fluida e interesante con Rafael Núñez, con el que transitamos con total tranquilidad por los delicados entresijos de LA VERDAD DE LAURA, me sentí muy bien acompañado por varios integrantes del CLUB DE LECTURA Y TEATRO DE LA VIÑUELA, a los que agradezco su compañía y apoyo, además de varios familiares y amigos.
El lunes 30 de octubre, en la casa de la cultura de Denia, tuve el placer y el honor de compartir casi dos horas de conversación con ocho magníficas personas las cuales mostraron su compromiso con la literatura dándole una oportunidad a mi modesta novela, en todo momento tuve la agradable sensación de que la habían leído atentamente. Me mostraron distintas perspectivas señalando su deficiencias, hecho que agradezco en todo su magnitud, pues me ayudara en el futuro, así como sus fortalezas, lo cual el tiempo antes mencionado fue uno de los momentos en los que siento que mereció la pena el esfuerzo.
Gracias, Vicent
Gracias, Rosa
Gracias, Alberto
Gracias, Majo
Gracias, Carmen
Gracias, Inma
Gracias, Isabel
Gracias, María
Por vuestro acompañamiento y aportación en mi crecimiento en la literatura
A la mañana siguiente se dirigió a casa de Soledad. Carmen, la hija de esta, le abrió la puerta:
—¡Mi niña, qué alegría! Y cuánto tiempo, pasa, pasa. Mami se va a poner muy contenta de que hayas
venido a verla.
Entraron en el salón y Carmen, dirigiéndose a Soledad, le preguntó:
—¿Sabes quién ha venido a vernos?
Laura se acercó y cogió las manos de Soledad, la
mujer, al sentir el tacto de la joven, dijo:
—¡Mi pequeña!
Después de abrazarla y besar sus mejillas varias veces la regañó por no visitarla más a menudo. A continuación, la invitó a sentarse a su lado, charlaron durante un rato. Soledad, pese a que una enfermedad le produjo la pérdida de la visión, notó el nerviosismo de la muchacha.
—¿Qué te ocurre, mi niña?
Laura se quedó callada mientras pensaba cómo explicarle a Soledad el motivo de su visita. Pero solía ser directa y sin pensarlo demasiado, espetó:
—Estoy esperando un bebé.
La cara de Soledad era un poema, solo pudo balbucear.
—¡Ay, Dios! Si eres una niña. ¿Cómo no has tenido cuidado? Además, eres aún muy joven, debías haber esperado.
LAGRIMAS QUE SON BALSAMO
Por fin llegó el día, en concreto el momento en el cual una enfermera posó en los brazos de Laura un enrojecido cuerpecito que lloraba a pleno pulmón. La joven mamá sintió su vientre vacío, pero escuchó su corazón latir como nunca antes y sus emociones invadiéndola sin control, besó al bebé mientras por su mejilla resbalaba una lágrima, arrimó a su pecho al pequeño, lo abrazó unos pocos segundos, aunque suficientes para borrar todos los sinsabores vividos los últimos meses, no pudo articular palabra alguna, su cerebro solo emitía un mensaje: "Ha merecido la pena, nadie me podrá robar este momento".
DESPERTAR
Se dirigía a su habitación cuando pasó frente al espejo; de soslayo vio una imagen reflejada en la que no se reconoció, volvió sobre sus pasos para cerciorarse de no haber visto un espejismo, cuando de nuevo se enfrentó a la presunta intrusa vio una mujer de mirada lánguida, rostro ajado, y rictus amargo. Se preguntó quién era y en qué momento ocupó su lugar.
CASA DE ACOGIDA
Soledad recibió la visita de su sobrina Dolores, junto a dos pequeñas: Clara, de poco más de tres años, y un bebé que ni siquiera llegaba al mes de vida.
TIEMPOS DE CARIÑO
Cuatro años más tarde y tras más de dos sin apenas
aparecer, Dolores visitó de forma inesperada a su tía.
El encuentro resultó desagradable para Soledad, Dolores
venía en busca de su hija y, a pesar de casi haber
suplicado que no se la llevara, su sobrina no cedió.
PRINCIPIO DEL FIN
La niña giró la mirada y en ese momento intuyó
que aquella mujer tenía relación con la tristeza de su
«mami». La saludó e interrogó a Soledad:
—Mami, ¿quién es esta mujer?
Pero fue la aludida quien respondió.
—Soy tu mamá. ¿No te acuerdas de mí?
—No, mi mami es ella —protestó Laura mientras
miraba a Soledad buscando respuestas.
Fue Dolores quien respondió:
—No, tu madre soy yo y te vas a venir conmigo.
Se acercó a la niña con la intención de cogerla por
el brazo, pero esta se escondió detrás de Soledad.
PREPARANDO UNA ENCERRONA
Por otro lado, Dolores daba los pasos necesarios para atrapar a Laura en su tela de araña, llamó a Pilar,
su sustituta en la regencia del pub donde ella había trabajado. La excompañera se alegró al reconocer su voz.
—¡Dolores, vaya alegría! ¿Qué me cuentas?
Necesito un favor.
—Si está en mis manos sabes que lo haré.
Le explicó la situación de su hija y la necesidad de que aportara a la maltrecha economía familiar, además le advirtió:
—En un principio no estará dispuesta a prestar los servicios extras y habrá que «motivarla», ya sabes a qué me refiero…
LA VERDAD DE LAURA,
Es una
novela basada en una historia real y mas común de lo que seria deseable, tanto
es así que algunas personas al leerla la han tildado de intrascendente. Y es
este hecho el que en mi opinión le da valor a la historia de Laura. Con toda
seguridad conoceremos casos similares y desde la distancia hemos juzgado a la persona
de nuestro entorno mas o menos cercano. Sin conocer en realidad el camino y los
devenires de su vida pasada.
En el caso de nuestra
protagonista su transito vital está plagado de acontecimientos relevantes que
la hacen tropezar, a los que hace frente con su única herramienta que es la férrea
voluntad de vivir, esta le brinda las
fuerzas para acometer una y otra vez la resiliencia que la hace florecer de
nuevo, mas fuerte si cabe.
PRINCIPIO DEL FIN
Cuatro años más tarde y tras más de dos sin apenas aparecer, Dolores visitó de forma inesperada a su tía. El encuentro resultó desagradable para Soledad, Dolores venía en busca de su hija y, a pesar de casi haber suplicado que no se la llevara, su sobrina no cedió.
—Laura es mi hija, sabías que tarde o temprano me la llevaría.
Soledad iba a replicar, pero escucharon el sonido de la puerta y unos segundos después entró en el salón una especie de torbellino que se lanzó al cuello de Soledad; era la pequeña Laura. La menor la abrazó y besó varias veces.
—¿Sabes qué me ha dicho hoy la señorita? —dijo con una sonrisa.
Frente a ellas, Dolores observaba la escena con desdén.
Fui yo quien se lo permití, mis pasos sincronicé con su compás, temía su implacable juicio. Por el, no escribí el borrador de aquella novela que mil veces imaginé a pesar de que su protagonista me hablaba, como sí los dos conectáramos a través de telepatía, ni me paré a escuchar el sonido de la lluvia, tampoco miré las estrellas una clara noche de luna llena o siendo por unos segundos valiente me subí a un monopatín corriendo el riesgo de divertirme. Tan solo, patiné por una pendiente llena de grasa hasta estrellarme en el más absoluto vacío. Mientras, él, entonaba su monótona onomatopeya, Tic tac, tic tac…
Prólogo
A menudo he pensado al leer uno, que el prólogo de una buena novela es el aperitivo no pedido de un comensal que ha elegido otros platos y que, por tanto, como lector uno tiene el derecho de repudiarlo porque, a fin de cuentas, quiere comer otras cosas. Ese complejo me acompaña cuando escribo estas líneas, lacónicas e insustanciales, menos importantes, como lo es la sombra que acompaña al cuerpo. Y con este prejuicio, pero cargado de buenas intenciones, pretendo acercar esta novela al lector seguro, eso sí, de que le conviene leerla, lo que ya me adelanto a decir.
La literatura puede cambiar al mundo, y eso parece saberlo Benet en esta obra, poniendo delante de nuestros ojos una historia real de situaciones y sentimientos en un cóctel de proporciones equilibradas. Algo que nos hace pensar y sentir, tal vez para que entendamos las relaciones humanas de otra manera (y así intentemos cambiar el mundo, como decíamos antes).
Laura, su protagonista, es una persona como cualquier otra que nos cruzamos por la calle, o que vive en nuestro portal, o que conocimos un día y cuya vida repasamos ociosamente un día de lluvia en nuestra casa con amigos o familiares para pasar el tiempo. Pero Laura también somos nosotros y, por eso, conociéndola en la intriga inherente a esta obra, nos interesamos. Nos inmiscuimos. Le daríamos consejos, porque en estas páginas vamos a vivir en sus zapatos, vamos a experimentar sus vicisitudes, que en el imán de sus renglones serán nuestras también. Y de esa forma, mediante la simulación de la vida que es la buena literatura, aprenderemos a vivir y a sortear los embates del azar al que, como dijo Boris Vian, estamos condenados.
Sigamos pues el rastro de estas miguitas, canción de letra sencilla, pero de potente música. Como la vida de las personas, aparentemente simple, pero llena de dilemas y contratiempos, obstáculos tan insalvables como a fin de cuentas uno quiera que sean. Sin duda leeremos este libro a gran velocidad, porque está bien escrito, porque la historia nos interesa y, quizás, porque de una manera absurda pensemos que con la lectura continua de esta historia también ayudamos a Laura sabiendo lo que le pasa (y nos ayudamos a nosotros mismos).
Y me viene a la mente esta frase de Albert Camus,
«toda la desgracia de los hombres proviene de la esperanza».