Música burlona
No conseguí encontrar una postura cómoda en todo el
trayecto, no obstante, la certeza de que al fin nos veríamos compensó las doce
horas de incomodidad. Tras aterrizar, recogí mi equipaje, salí al vestíbulo y busqué
con la mirada hasta cruzarme con la suya. Caminé hasta llegar a su lado, nos miramos
indecisos, di un último paso y acerqué mis labios con intención de besar sus mejillas,
aunque en un movimiento instintivo encontré los suyos, al sentir el dulce calor
de su beso deseé que el tiempo se detuviera en ese instante.
Al separar nuestros labios, susurré:
—Ni te imaginas las veces que he soñado este momento…
Ella selló mis labios con un nuevo beso, de repente, una molesta
y sonora canción lo interrumpió.
Abrí los ojos; en la cama nada estaba en su sitio, el
despertador con su estruendosa música parecía burlarse, apagué el maldito
aparato, cerré los ojos y abrazado a la almohada, intenté dormirme de nuevo.