A MÍ, PLIM



 Hace algunos años conocí una persona cuanto menos peculiar, en su forma de actuar y pensar. En esa época tendría yo, unos diecisiete años más o menos, una enorme curiosidad y un sinfín de dilemas por resolver. Uno de ellos concernía a la etiqueta que se les atribuía a las personas, según pensara y/o hablara.

En cuanto a la persona en cuestión se cruzó en mi camino en el lugar de trabajo, al cual unos meses atrás me había incorporado. Desde un primer momento despertó mi curiosidad sus ideas y forma de exponerlas, además de su individualismo. Aunque cierto es, que respetaba al responsable del departamento y en consecuencia, las reglas dictadas por él.  No obstante esto se limitaba a lo estrictamente laboral. Su relación con los demás compañeros era, digámoslo así «cordial» Con respecto a la opinión sobre él existían dos corrientes muy definidas, una de ellas de tono más moderado que le consideraban sencillamente «raro, confundido» por otro lado estaban los autoproclamados «españoles de bien» de estos, el piropo más suave que escuché fue; «ese es un terrorista» claro está, que en aquella época aún y en su particular diccionario no existía la palabra «Independentista» pues de ser así, seguramente hubieran utilizado este adjetivo de forma peyorativa y como sinónimo, tal y como ha ocurrido desde el momento en que se puso de moda serlo.

Pero, volvamos al principio. Como ya he mencionado en el primer párrafo, mi curiosidad y las dudas sobre cuestiones identitarias, eran considerables. Tras escuchar varias disertaciones sobre dicha cuestión y a pesar de que en aquel momento no las compartía, sí me provocaron intención de saber el porqué de ellas. Aprovechando unas circunstancias favorables, decidí preguntarle:

¾¿Por qué dices que no te sientes español?

Hoy equivaldría a preguntarle ¿Por qué eres independentista?

Meditó unos segundos, mientras me miraba con escepticismo. Me respondió con otra pregunta.

--¿Y tú, por qué, piensas o sientes que lo eres?

--Pues entre otras cosas, porque nací aquí y es lo que me han enseñado --fue mi respuesta.

--O sea, no lo has aprendido, te lo han enseñado ¿Es así?

--¿Es lo mismo, no?

Su semblante se transformó y en un tono acorde a la seriedad que este había adquirido, me soltó el siguiente discurso.

No te confundas, no es lo mismo.

En cuanto al hecho de que no me sienta español, no quiere decir ni que esté en contra de todas las personas que si se sientan, ni que yo me considere vasco ¿Sabes que nací en San Sebastián, no? No creo en fronteras, reyes, ni en banderas. Y menos aún en un “país” el cual, te roba un año de tu vida, en una etapa de esta que es crucial, me refiero a eso que llaman «servicio a la patria» pero, que es un pago/castigo por haber nacido dentro de lo que llaman su territorio. Dicho esto hizo un pequeño inciso para preguntarme;

--¿Tú aún no has hecho la mili, verdad?

Sin darme tiempo a contestarle, prosiguió con su parlamento.

Yo, ni puedo ni mis principios me lo permiten sentirme parte de una sociedad, que a aquel que piensa diferente le llaman terrorista y a un uniformado borracho y meón. Ahora te explico el porqué de estas palabras. --tras este inciso, prosiguió --, como te iba diciendo, a ese tipo de personajes hay que llamarles como mínimo de usted por el simple hecho de llevar uniforme y tener en la gorra una o más estrellas. Te cuento algo que vi con mis propios ojos «Yo cumplí mi correspondiente pago/castigo en el CIR 10 de Zaragoza, un día estando en la explanada junto a todos mis compañeros de reemplazo en formación para escuchar lo que ellos denominan la orden del día. Yo por mi estatura estaba en primera fila, frente a mí, el oficial de día, un teniente de unos cincuenta y tantos. Pues bien tuve que ver, como el individuo se bamboleaba sin poder mantener la posición de firme, tal era su borrachera a las siete de la mañana y no acaba ahí mí, sorpresa/vergüenza ajena, ya que el susodicho se orinó encima»

No puedo sentirme identificado con un, llámalo país, si quieres. En el que se permite que un individuo, por el simple hecho de que en su hombrera luzca un distintivo. Se tome el privilegio de humillar a personas que le doblan en, tamaño, conocimientos, cultura y educación.

Ni puedo, ni debo y aún menos quiero identificarme con un territorio donde se glorifica a un terrorista, que lo es tanto como los de ETA. Le nombran como el generalísimo y su excelencia, ¿sabes a quien hablo, cierto? --asentí con la cabeza y aproveché la ocasión para lanzar una pregunta o más bien una aseveración.

--Pero, yo he escuchado que tú defiendes a HB.

Tras soltar una irónica sonrisa, y respirar profundamente, reanudó su “mitin” con una pregunta.

--Suponiendo que yo acepte que España es un país, crees tú que está unido? Te voy a contestar yo. Dando por bueno lo anterior, te diré mi opinión sobre lo que debe ser un país. «Un país según mi concepto es semejante a una familia, en ella, cada miembro tiene su opinión, sus ideas, sus aspiraciones. Que podrán gustar más o no gustar nada, pero un hermano jamás trataría de forma peyorativa a otro hermano por pensar distinto y menos aún le llamaría asesino o delincuente, como ocurre en España con respecto a los vascos e incluso a los catalanes. Aun siendo esto lo más grave, hay otros indicadores, como por ejemplo dos hermanos nunca se aliarían para humillar a un tercero, algo parecido para lo que se utilizan varios típicos tópicos o tópicos típicos. Fíjate bien en lo que dice mucha gente en el resto de España sobre los andaluces o los que algunos andaluces junto a otros promulgan sobre los castellanos-leoneses, etc.

Podría continuar, con ejemplos sobre la educación cultural y cívica, o alguno sobre la xenofobia, etc.  Pero creo que es suficiente por el momento. Tan solo una cosa más te diré

--partir de aquí, me puedes poner la etiqueta que mejor te parezca. Me importa un bledo la que tú me pongas o la que me hayan puesto los demás.

Hoy después de muchos años, no sé por qué motivo me ha venido a la memoria aquel mitin.  

Quizás sea porque ahora que al fin se puso de moda el independentismo como adjetivo descalificativo, Ya no nos llaman terroristas, han incluido en su diccionario particular varios términos para etiquetarnos; «Independentista, separatista, secesionista, apátrida, golpistas etc»  e incluso se han inventado un par de mantras que repiten cual cotorras; «Mira tú DNI o Sí no te gusta, ancha es la frontera coge el equipaje y vete»

En deferencia a esas mentes «Tan pensantes y tolerantes» No solo les dedico las anteriores palabras, a las que podría añadir ejemplos vividos en personas o desagravios en propias carnes, pero seré benévolo, y les dedico con todo mi cariño las siguientes.

 

«Dicen, murmuran, rumorean, existe el tópico, parlotean, que quizás, tal vez, a lo mejor, posiblemente, nos recomiendan que: deberíamos pensar, meditar, pergeñar, cavilar, estudiar a todos aquellos que creen, sospechan, imaginan, suponen que: por una u otra razón no nos gusta lo que vemos. La posibilidad de: dejar, salir, abandonar, irse, ausentarse, trasladarse, largarse, marcharse, de este territorio que aseguran, certifican, afirman, aseveran que es suyo. 

Pero no saben, entienden, comprenden, perciben, intuyen que: hace ya muchos años que ni estamos y mejor que no nos esperen.

En mi caso particular desde mi juventud más temprana, cuando; descubrí, destapé, desenmascaré. El bote de las esencias y percibí olores plenos; en falacias inundando mi nariz de fétida hediondez»

Para finalizar solo una cosa les propongo:

Pónganme la etiqueta que les plazca. A mi plim. Me importan menos que el orín de un perro. Sean felices con su… y dejen vivir en paz a quien no piensan igual que ustedes.

OBJETO DE DESEO


La desmedida pasión les dejo exhaustos. Unos minutos después, Pedro dijo:

     --La cena, ¡deliciosa! Y tu piel, le ha dado el punto justo de sal a las fresas.

     --¿Te atreves a experimentar? Conoces mi objeto de deseo, y yo, tus fantasías --propuso María, con voz provocadora.

      --Eres muy traviesa… ―murmuró él.

      Una tarde tocaron en la puerta, María abrió y una masculina figura, dijo:

     --Buenas tardes. ¿María Sánchez?

     Sus ojos la fotografiaron al instante y pensó: «¡Cómo a mí me gustan!»; Cuerpo fornido, ojos verdes y tez morena.

      --Sí, te esperaba --respondió y le invitó a entrar.

       Unos minutos más tarde llegó Pedro y tras besarla, preguntó:

       --¿Cariño, ha llegado?

       --Sí. En la cocina nos espera.

       --¿Qué te parece?

       --Me conoces bien ―contestó.

       Entraron en la estancia, ambos lo miraron y María sugirió:

       --¿Lo estrenamos…?

       Ella cogió un brik de nata y mientras esta montaba, los dos coincidieron:

       El multiuso y ellos formarían un trío muy divertido.

 


PUNTO DE INFLEXIÓN   Laura continuaba con su nueva vida, la cual comenzó aquella noche cuando se cruzó con la imagen que reflejaba de ella, ...

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