PRIMEROS SUEÑOS EROTICOS

Al alcanzar la pubertad algunos sueños se convertirían en una sucesión de escenas donde se alternaban dos rostros femeninos: el de Julia y una mujer adulta. No conseguía comprender por qué, en las secuencias sexuales aquella mujer terminaba siendo la protagonista en detrimento de Julia. El desenlace le provocaba sensaciones de placer y vergüenza. Cierto es que entre julia y la otra mujer existían ciertas similitudes, pero también grandes diferencias. Eran tan distintas Y a la vez tan iguales .


NOTA: Párrafo de la novela EL NIÑO Y LA TETA




Bromas de la imaginación

Salí de la panadería y junto a la puerta un mendigo pedía limosna, le entregué la bolsa con una barra de pan. Después subí a mi vehículo y a causa de las prisas perdí el control de este en un peligroso demarraje, como consecuencia de esto, arrasé a un orgulloso matojo de magnolias y rocé una figura de koala tallada en piedra. Esta, como si de un acto de brujería se tratara, frunció el ceño, quizás fuera un engaño de mi imaginación, pero en ese instante entre en una eviterna repetición de la escena. Cuando al fin se detuvo y pude abrir los ojos estaba era una habitación de hospital, miré a mi alrededor, hasta detenerme en la mesita, encima de ella vi, una nota que decía: ¡Gracias!, junto a esta, un cuscurro de pan y una estatuilla parecida a la del jardín que destrocé. Aunque, en esta ocasión me guiño un ojo.




 

 




                                   La fuerza de la costumbre

A las once de la noche, y como era la costumbre desde que se casaron, el hombre se levantó del sofá y fue a despedirse de su esposa. Ella, extrañada por ese hecho, le preguntó a dónde iba a esa hora, a lo que él respondió:

—Cariño, al mismo lugar que voy a esta hora desde hace más de cuarenta años. —Hizo una pausa y, durante unos segundos, se quedó pensativo, después añadió —: allí nos conocimos hace treinta años, ¿recuerdas aquel día…?

A continuación, en una especie de retrospección fue enumerando distintas anécdotas que fueron sucediendo en el transcurso de los años en los que habían trabajado juntos en la panadería de su propiedad, la cual había heredado de su padre y este de su progenitor, hasta que nacieron sus dos hijos y ella tuvo que abandonar el negocio para dedicarse a cuidar de estos.

Por su parte, la esposa lo miraba con ternura y sonreía. Cuando su esposo dio muestras de que ya no recordaba más historias que contar, se levantó y tras abrazarlo, dijo:

—Manuel, desde ayer estas jubilado, ya no has de ir a trabajar. Además, ya están nuestros hijos y sabes que ellos cuidarán bien del negocio. —Respiró unos segundos y luego sugirió —: ¿Por qué no te sientas a mi lado y sigues contándome cosas de tus tiempos de aprendiz, esos episodios tan divertidos que viviste junto a tu padre y tu abuelo?

PUNTO DE INFLEXIÓN   Laura continuaba con su nueva vida, la cual comenzó aquella noche cuando se cruzó con la imagen que reflejaba de ella, ...

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