Ironías tiene la vida

Por fin había atrapado al Robín Hood virtual, un delincuente informático que se había convertido en una leyenda urbana. Según los rumores, lo que obtenía con sus estafas solía repartirlo a familias necesitadas. Ahora disfrutaba de su triunfo, mientras daba cuenta de unas crujientes patatas fritas y una cerveza, Sin embargo, lo más sorprendente del caso, fue descubrir que el susodicho era apenas un adolescente.

Algunos años después…

Tras varias denuncias, todas ellas con un delito y “modus operandi”, idénticos. La investigación fue encomendada a uno de los detectives con más experiencia al que le asignaron un antiguo hacker como asesor civil. «¿Un friki para guiarme?, menuda sandez», pensó el detective al salir del despacho del comisario jefe.  

Sin embargo, en el suyo, le esperaba una mayúscula sorpresa.

—Detective, es un placer volver a verle escuchó al entrar.

Dirigió su mirada hacia la persona que le saludaba, tan solo pudo balbucear:

—¿Tú?

—Cinco años después nos volvemos a encontrar. Pero Ironías de la vida, esta vez estaremos en el mismo bando. 

 

 

 

 



El donante

Su pareja aceptó la proposición. No sabía la razón, pero intuía que en aquel viaje, conseguiría el propósito común.  

Programó el viaje a Fuerteventura, asistiría al festival de teatro; ver sus famosos desfiles de papahuevos y agenciarse algunas fruslerías. Su objetivo principal, lo dejaría en manos del azar.

La primera tarde, mientras contemplaba un divertido pasacalle, se detuvo uno de los cabezudos justo delante de ella, se cruzaron una mirada y una sonrisa. Por la noche, entretanto disfrutaba del típico licor destilado, se le acercó un joven. Reconoció al instante aquella penetrante mirada, sonrió invitándole a sentarse. Los días posteriores, fueron una exhibición de las dotes seductoras del isleño, incluso le recitó algún verso, demostrando ser un adiestrado galán. Ella se dejaba llevar, quería cerciorarse de que era el donante de esperma adecuado.

Dos meses más tarde al comprobar que iban a ser madres y que nada podría emponzoñar su relación, las dos se abrazaron. El azar y aquel desconocido cumplieron su cometido.

 

 

 

 

   

 

 

 

 

  

 


Una catástrofe anunciada

Buscó en el periódico las páginas de sociedad. En la primera, un gran titular: ¡¡Fiasco total!!. Debajo de este, un párrafo: «Se armó una catástrofe de tal magnitud que…». No pudo continuar leyendo.

Apostó por ellos y su proyecto, sin duda era su oportunidad. Alternó los últimos días en su actual empresa, con el diseño de su nuevo “laboratorio” e hizo un detallado informe de las necesidades de recursos técnicos y humanos.

El día que se incorporó de forma definitiva, se enfrentó a la cruda realidad; su espacio de trabajo, en nada se asemejaba al planificado; los medios técnicos y humanos, reducidos al mínimo. Ante esta perspectiva, priorizó los preparativos de la inauguración del restaurante. Una nueva sorpresa le esperaba; la mañana de dicho evento, le comunicaron que, debido a compromisos ineludibles de la propiedad, los comensales habían aumentado de manera considerable. La tormenta perfecta, oscurecía el devenir...

Aquella noche de camino a su casa, la impotencia nublaba su vista.




Genialidad & genialidad

Rodeado de oscuridad, con un pico golpeaba la pared de la cueva. Trató de parar, pero sus brazos continuaron alzándolo una y otra vez, a pesar de estar exhausto. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Lo último que recordaba, era que, conducía satisfecho del desarrollo de la reunión con el comité de mineros. Pretendían mejorar la visibilidad de los pozos, como de costumbre se negó con rotundidad. En particular, se felicitaba por su genialidad al finalizarla con aquella frase: «¡Es el mercado, amigo!».  

Se le acercó un siniestro personaje que, con voz gutural, le espetó:

—Tus ojos no volverán a ver y por cada una de las que cegaste en la mina, sufrirás cien vidas en negro repitiendo el mismo gesto.

 Después, comenzó a alejarse. El condenado intentó reivindicar su postura, Lucifer se giró y dijo:

—¡Es tu penitencia, amigo! —Hizo una pausa y añadió —: Fue ingenioso poner aquel perro en mitad de la curva, ¿verdad? 

 


Extraña despedida

Sentado en el sofá, releía el papel que tenía en las manos. No encontraba el sentido a la frase que estaba escrita en él, puesto que, fue tan solo un encuentro esporádico.

Conoció a una chica a través de una de las aplicaciones de contactos, se vieron la noche anterior y la química entre ellos surgió de forma instantánea. La cita acabó en su dormitorio y al despertarse la joven se había marchado dejándole aquella extraña misiva.

Tras aquellos minutos de confusión, se levantó y comenzó a recoger la ropa esparcida por el suelo, al coger sus pantalones notó que le faltaba la cartera. Fue a su habitación, su pequeña caja de seguridad también había desaparecido.

Se quedó quieto, una sarcástica sonrisa se dibujó en sus labios. Acababa de comprender por qué la nota decía así: “Gracias por tu generosidad”.

 

 

¿A ellos o a nosotros?

 Aún resonaban en su cabeza, le vetaron el deleite de observar la lluvia de perseidas que alumbraban la noche y el olor a espliego que desprendía la hoguera. El autocontrol y frialdad que mostraban las palabras de aquel niño, le impresionaron e hicieron que se preguntara: “¿A quién debemos educar?, ¿a ellos o a nosotros?”

Tras leer la carta, decidió dejar sus vacaciones en suspensión y viajó hasta Mali. Su camarada lo esperaba junto a varios muchachos del poblado. Comenzó a repartir algunos juguetes. Intentó darle uno a un chico que mostraba síntomas de vitíligo y vestía una túnica de tela, pero este lo despreció, le preguntó algo en idioma propio y se marchó. Unos minutos después regresó, dejó sobre la mesa un fusil y dijo algo en su lengua.  

A continuación, su compañero le contó que, aquel infante fue uno de los cachorros de las milicias, los llamados “niños soldado”, además, tradujo la pregunta y posterior respuesta del chaval. 

   Según él, aquella peonza no servía para defender a su familia, en cambio el fusil, sí.

Benet da Silva 5 de octubre del 2021


 

Utopía 

Sí, algún día sucederá…

Se abrirán las alamedas, por ellas no pasearán, hombres o mujeres; hetero u homosexuales; negros o blancos; católicos o islamistas. Llegará el tiempo en que por ellas, solo caminaran sin etiqueta alguna, seres humanos.

Benet da silva 1 de octubre del 2021

 


DOS VERSIONES


Un hermoso regalo

El cocinero civil del cuartel me encomendó una parte del menú. Junto a otros reclutas debíamos freír unas empanadillas, leí las etiquetas y  notifiqué una anomalía en el etiquetaje, tras cerciorarse detuvo la tarea hasta nueva orden. El resto del  grupo preguntó qué ocurría y tras unos instantes acordamos no continuar con nuestra tarea.

El oficial encargado de cocina, ordenó arrestarme, según él, por inducir a la sublevación. Además consiguió amedrentar al resto, y detener el desorden que se había generado.

Tras unos días en la penumbra de una celda, supe que todo el cuartel se negó a comer las empanadillas y a aquel pelagatos con estrella, se lo había llevado la policía militar. Y aunque, él solo era un reflejo de la podredumbre en esta institución, no le zurcirían más estrellas en su uniforme, aceptar dádivas le costó caro. El respeto y agradecimiento fue el hermoso regalo que recibí de los otros soldados. 

 

Por unas empanadillas…

Al quedarse dormido, la mente de Pedro activó el teletransportador que son los sueños…

Caminaba escoltado por dos soldados que lo llevaron al cuerpo de guardia. Una  vez concluido el correspondiente papeleo lo encerraron en un calabozo.

Tres días después, unos quinientos reclutas mostraban síntomas de intoxicación. Habían ingerido alimentos en mal estado. Él advirtió sobre esta posibilidad e incluso tiró varias raciones a la basura. Este hecho fue la causa que esgrimió el oficial de cocina para encerrarlo.

Dos días más tarde de este suceso, abrieron la puerta de la celda, en ese instante se despertó. A continuación, se incorporó sonriendo, mientras recordaba el final de la historia.

Después del periodo de adiestramiento le destinaron como asistente personal de un alto mando. Además, en la despedida, recibió el agradecimiento de sus compañeros. Por otro lado, el oficial en cuestión no volvería a lucir estrellas en su uniforme.

Unas empanadillas caducadas dieron un giro radical al devenir de ambos.

 

 

. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 



 

Música burlona

No conseguí encontrar una postura cómoda en todo el trayecto, no obstante, la certeza de que al fin nos veríamos compensó las doce horas de incomodidad. Tras aterrizar, recogí mi equipaje, salí al vestíbulo y busqué con la mirada hasta cruzarme con la suya. Caminé hasta llegar a su lado, nos miramos indecisos, di un último paso y acerqué mis labios con intención de besar sus mejillas, aunque en un movimiento instintivo encontré los suyos, al sentir el dulce calor de su beso deseé que el tiempo se detuviera en ese instante.

Al separar nuestros labios, susurré:

—Ni te imaginas las veces que he soñado este momento…

Ella selló mis labios con un nuevo beso, de repente, una molesta y sonora canción lo interrumpió.

Abrí los ojos; en la cama nada estaba en su sitio, el despertador con su estruendosa música parecía burlarse, apagué el maldito aparato, cerré los ojos y abrazado a la almohada, intenté dormirme de nuevo.

 

 


 

Bromitas a mí…

Ninguno de los allí presentes notó que había un cocodrilo sobre la mesa del comedor. En cambio, Juan se divertía mientras observaba las miradas interrogantes entre ellos. Les sorprendió aquella invitación.

—Ha sido una pena la muerte del joven cocodrilo —dijo uno de ellos.

—Según el parte del veterinario falleció por causa desconocida —contestó Juan, después, preguntó —¿Qué pasó con el cuerpo? No sé nada de él.

Juan notó la sorpresa que les causó aquella pregunta y tuvo que esforzarse para contener su risa, conocía el motivo de dicha reacción. Ellos intentando gastarle una broma, lo dejaron encima de la mesa de su despacho.

—Dejemos a un lado el trabajo —propuso.    

—La caldereta está espectacular, el pollo está muy sabroso —comentó uno de los invitados.   

—No es pollo, es de pescado, diría que rape o congrio —replicó otro.

—Es una carne especial, alguien la dejó encima de la mesa de mi despacho.

La palidez en los rostros fue unánime…

 


Ángel custodio

«¿Por qué no se lo dije cuando me fui…?», me pregunté al conocer la noticia.

Después, cogí el libro que me regaló tres años atrás e intenté concentrarme en la lectura. En la primera hoja, escrito a mano se podía leer; escucha al ratón…

Debió vencerme el sueño, pues me desperté sobresaltado al oír:

—Enhorabuena. Señora directora.

—No fue necesario que dijeras nada, cuando solicitaste la excedencia supe que habías comprendido mi mensaje y, la fábula del ratón y el trozo de queso, esperaba este momento

«Seguro que lo he soñado», pensé.

A continuación, me pregunté sí aquel sueño era para acallar mi conciencia, o sí, él seguía cuidando de mí.

Aunque, lo más probable era que lo hubiera provocado las contradictorias emociones vividas aquel día.

Por la mañana se confirmó mi ascenso y horas después supe de la muerte de Santiago Ortiz, verdadero artífice de mi ascenso y hacía más de un año que no hablaba con él.

 

  


NO FUIMOS MÁS

Fuera de ti y de mí,
tímidamente
anuncia su llegada el estío.
Al horizonte que el atardecer en rojo tiñe
se acercan nuestras huellas.
Y la pleamar baña nuestros pies.
Viste el estío tu cuerpo,
las verdes oleadas de tus ojos
inundan mi mirada.
Una sonrisa de nácar
reflejaba su brillo
en tus rosados labios.
El rubor por lo inevitable
pero no previsto,
enrojece tu rostro.
El otoño tejía mis sienes
con blancos hilos,
las llamas de la pasión
ya consumió.
La timidez de prudencia
se enmascara
y al deseo amordaza.
Dentro de ti y de mí,
las olas que en tus ojos nacen
arrastran la timidez,
el nacarado brillo de tu sonrisa
prende la llama de la pasión.
La prudencia apaga tu rubor.
Lo no previsto
deja de ser inevitable,
nuestros labios se funden
y no fuimos más
ni tú ni yo.
En la arena
la pleamar borra
una sola huella.
Y la primavera
engendra un amor
que el estío alumbrará.
Benet da silva 06 de julio de 2021


 


1.    ¿Qué es la vida…?

Escogió con atención el vestuario, después de vestirse ensayo su dialogo una vez más, templó sus nervios delante del espejo haciendo gestos. Se dirigió al escenario repitiendo para si las palabras que debía decir. Aquella representación era crucial para su futuro.

Cuando finalizo la escenificación, se marchó a su casa, para esperar noticias.  Dos horas más tarde, recibía una llamada en la que le comunicaban que era el candidato escogido para el trabajo

Lo celebró junto a su mujer, le contó como en cada momento de la entrevista, había respondido lo que aquel director quería oír, no lo que él pensaba. Ella levanto su copa.

 


OLVIDO FATAL

Tras cenar en la cafetería del hospital, decidí volver a casa a pie, la agradable temperatura invitaba a pasear a la luz de la luna. Llevaba un rato caminando, cuando se dibujó una sombra cercana a la mía. Continué avanzando unos minutos, la silueta lo hacía también a cierta distancia,    

—«Quizás coincidan nuestros caminos», pensé intentando aliviar mi creciente tensión.

Sin mirar atrás aceleré el paso hasta llegar frente al edificio de mi apartamento, metí una mano en el bolso en busca de la llave salvadora.

A mis espaldas junto a un tintineo metálico, escuché:

—No te molestes en buscarlas…

Me giré, él se acercaba despacio, en sus labios una enigmática sonrisa y entre sus dedos apretados sobresalía un objeto metálico, le vi alzar la mano…

—Toma tus llaves, te las dejaste en la cafetería.


 LOS ESCENARIOS EN LA BÚSQUEDA DEL YO



¿Por qué?
Hay momentos en los que es necesario ordenar el “trastero” recolocar, etiquetar, eliminar. Quedarse con aquellas vivencias sean positivas o negativas que a lo largo camino han conformado tu personalidad, pero eso sí, colocadas en sus correspondientes estanterías y debidamente etiquetadas. De esa forma cuando necesites o quieras hacer inventario lo harás sin dificultad y valorando en su justa medida lo obtenido y el camino recorrido, si no sabes el punto de partida no conocerás el trecho andado.

Paloma Cobollo Castillo




Esther Camacho





 




Inmersión

Se detuvieron junto a la barandilla del mirador. A sus pies, rompían las olas contra el acantilado.

Para Pedro, la visión del rompeolas, reflejaba lo que ocurría en su mente. Su timidez era pétrea como las rocas que las olas intentaban desgastar.

Giro su rostro, cerro sus ojos ante el envite de una impetuosa ola, después, en sus labios sintió una cálida y salada humedad.

          Tardo unos segundos en abrirlos, lo que parecía una ola, era la mirada de unos verdes ojos y lo que humedeció sus labios, un ardiente beso que erosionó su timidez. A continuación, fue él quien se sumergió en la profundidad de aquella mirada y sus labios en los de ella.

 

 


SE TE OLVIDO O ¡NO!

 

En cruenta lucha

un pedazo de mí

 arranqué.

en carne viva

el alma dejé.

 

Hoy, que llego tarde

Allí donde nada ocurrirá,

o demasiado pronto,

 donde todo ya ocurrió.

Te sientas a mi lado,

las mejillas heridas

con ternura limpias.

.

Me dices:

sanarán y cicatrizarán,

que nunca dude

de nuevo ponerlas.

 

Me recuerdas,

para que el dolor

presente no esté;

aquellas lecciones

de resiliencia,

que mostraste

con paciencia.

 

A mi memoria vienen:

tu firme mano,

cuando iba a caer

de aquella bicicleta primera,

las partidas de ajedrez,

en ellas,

del juego y la vida

los entresijos aprendí

 

Pero se te olvido o ¡¿no?!

Tal vez porque tú,

en plena e intrínseca humanidad,

siempre te mostrabas.

Quizás porque tú,

tampoco sabias.

Pero…

No me adiestraste

en ese juego que muchos aprendieron.

Se te olvido o ¡no!

Enseñarme

al escondite jugar.

 

Benet da Silva 21 de marzo 2020

 

EN EL JARDÍN

En mitad de la vereda,

de pie, mirando al horizonte.

Desnudo ante mí,

dejando que el sol

bañe mi piel.


Rompiendo mi soledad,

la brisa del mar.

Abriendo mis ojos

al perfume de la vida.

Aquí, justamente aquí,

en el jardín de la vida,

erguido aún estoy.

 

Una miscelánea de flores

en las orillas entonaba,

su sinfonía de colores sin fin.

 

Rojos de pasión

con fragancia de amor.

Amarillos,

anunciando un adiós no esperado.

Delicados violetas,

verdades, me hacen intuir.

Blancos deslumbrantes

de sonrisas sin descubrir.

Insinuantes verdes,

esperanzas maquillan.

Serenos azules

del alma, alentadores.

Amenazan también,

  grises, en el horizonte

 

No sé,

sí un sueño fue,

o sí tal vez divagué.

Pero vi que,

en el jardín de la vida,

la vereda continua.,

 

Y aquí, justamente aquí,

al final de lo caminado

y en el principio

de lo no andado.

¡Comprendo!

 

QUE VIVIR

¡ES SEGUIR...!

 

Benet da silva 09 de junio de 2021

EN SUS LABIOS....



 

CON UNA SONRISA

Al llegar el anochecer, Javier observaba como caía el relente y el brillo que desprendían las gotas al recibir la luz del foco exterior, en momentos desviaba su mirada hacia la valla que cercaba el corral de las cabras.

«aborrezco a esos sucios animales y su deleznable olor», pensó.

Además, de robarle su libertad, le apartaron de Gabriel, a pesar de intentar suadirlo, de que no se bebiera la leche cruda. De nuevo se centró en la caída del rocío con el fin de apaciguar su nerviosismo, había decidido no perpetuar su soledad y hoy, volvería a contemplar, el rostro de su amado querubín y su tierna mirada.

Se encaminó a la mesa, engulló los somníferos y se tumbó en la cama, y en su último sueño, pudo preguntarle:

¿me recuerdas?

Un beso de Gabriel fue la respuesta.                                  

La mañana siguiente encontraron su cuerpo sin vida, en sus labios una mueca parecida a una sonrisa.

 

 

BAILAN LAS PALABRAS

 

Bailan las palabras

 

Verde extensión

frente a mí,

en ella, el ufano sol

al igual que narciso

busca su reflejo.

Un destello de brillo

cierra mis parpados.

Me pierdo,

y no sé,

si es el mar,

o son tuis ojos

lo que describo.

 

Ante mi

bailan palabras,

jactándose en histérica

coreografía,

que son ellas

la exacta definición

del amor.

Se mezclan,

van, vienen,

componiendo una burlesca

amalgama de palabras

sin sentido alguno.

Y ya, no sé,

si estoy…

Despistado

 dispestado,

dospidtade,

despastido,

potistado,

tepistado.

 

Pero al despertar, supe que;

tan solo tus ojos,

pueden reflejar

el brillo del amor

de tan exacta manera.

Y que la definición

del amor…

en tu mirada está.

 

Benet da Silva 15 de abril de 2020

PUNTO DE INFLEXIÓN   Laura continuaba con su nueva vida, la cual comenzó aquella noche cuando se cruzó con la imagen que reflejaba de ella, ...

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