«¿Por qué no se lo dije cuando me
fui…?», me pregunté al conocer la noticia.
Después, cogí
el libro que me regaló tres años atrás e intenté concentrarme en la lectura. En
la primera hoja, escrito a mano se podía leer; escucha al ratón…
Debió vencerme
el sueño, pues me desperté sobresaltado al oír:
—Enhorabuena.
Señora directora.
—No fue
necesario que dijeras nada, cuando solicitaste la excedencia supe que habías
comprendido mi mensaje y, la fábula del ratón y el trozo de queso, esperaba
este momento
«Seguro que lo
he soñado», pensé.
A continuación,
me pregunté sí aquel sueño era para acallar mi conciencia, o sí, él seguía cuidando
de mí.
Aunque, lo más
probable era que lo hubiera provocado las contradictorias emociones vividas
aquel día.
Por la mañana
se confirmó mi ascenso y horas después supe de la muerte de Santiago Ortiz, verdadero
artífice de mi ascenso y hacía más de un año que no hablaba con él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario