EL NIÑO Y LA TETA - EL CAMINO DE UNA RESILIENCIA

CONTEXTUALIZACIÓN

época

    Creo que las personas que hoy estamos entre los 50 y 60 años, somos los hijos de una de las épocas más oscuras de la historia de este país-por no decir la que más-, en la que la castración emocional casi era ley o cuanto menos norma, ¿quién no has escuchado?, aquellos tópicos/dogmas; los hombres no lloran o las emociones son cosas de débiles, -esto Valía para ambos géneros-, el mejor amigo; cinco duros en el bolsillo, etc.

Entorno cercan

  Dos progenitores que lo único que tenían en común, era su crianza en un ambiente ultra religioso, con el añadido del “remate final” en el entorno militar en el caso del padre, lo cual forja en este un carácter casi bipolar, capaz de sobre proteger a la vez que, mostrar un pronunciado  y retrogrado autoritarismo, incluso para la época en que se desarrolla la historia. Por otro lado, una antagonista desprovista de toda capacidad de sentimiento, -quizás debido a su niñez y adolescencia, que con toda probabilidad fueron algo más que difíciles-. A causa de ellas vio una escapatoria en el matrimonio, a pesar de contraerlo con un hombre al que apenas conocía y por el que jamás sintió ni siquiera el menor aprecio. 

El río

Transitamos por la vida

al igual que el río

por su cauce,

lo hace.

 

En su nacimiento,

estrecho riachuelo

que avanza plácidamente,

sin apenas sobresaltos

ni obstáculos.

 

Al igual

 que en nuestra tierna infancia

despierta la inquieta curiosidad,

acelera su tránsito  

absorbiendo los matices del camino

y su lecho ensancha.

 

A semejanza de una adolescencia,

llega el rio a su tramo

de impetuosos descensos,

y escarpadas remontadas.

 

Bravas bajan las aguas

en incierto devenir

desbordando su propio cauce,

hasta precipitarse en libre caída

en virulenta cascada.

Cuál joven que corre desbocado,

sobre el brioso corcel de la juventud

y cae por el precipicio

que su inexperiencia.

 

Ambos,

maltrechos reiniciamos el recorrido,

y arrastramos

él, en su caudal

nosotros, en la mochila,

los restos del equipaje acumulado.

 

Continuamos la búsqueda

del cauce

que nos lleve hasta un remanso

donde descansar.

Para proseguir

con el devenir,

el bagaje completar.

Y en el delta de la madurez

todos aquellos sedimentos

en vivencias creados,

depositamos.

 

Después,

Creemos que la búsqueda acabó,

y en el instante

que al mar enfrentamos

de que todo nuestro caudal

una minúscula gota tan solo es,

nos percatamos

 Benet da silva 30 de mayo de 2021



 

 

SOLO QUERÍA SABER…

María caminaba a solas, sin referencia alguna hacia o por dónde ir, en el intrincado camino que era ser madre soltera.

Una tarde, junto a su hija hacían los preparativos para celebrar que la pequeña Susana cumplía once años y esta le hizo la pregunta que más temía.

—¿Mamá, por qué no tengo papá?

A María aquella pregunta le provocó una nerviosa quietud y desasosiego. Sin embargo, reaccionó, la miró con ternura y le preguntó: 

—¿Podemos hablar mañana? Hoy, disfruta de tu cumpleaños

La tarde siguiente se dirigió a la habitación de Susana y aunque dudó, abrió la puerta. Estaba en juego el futuro emocional de su hija. Entró en la habitación, le dio el teléfono y dijo:

—Tu padre quiere hablarte.

—Yo no. Ya es tarde.

Cortó la llamada y brindó una sonrisa a su madre agradeciéndole que le dejara tomar la decisión de escucharlo o no.

—Solo quería saber si existía —puntualizó.

 

 

 

PUNTO DE INFLEXIÓN   Laura continuaba con su nueva vida, la cual comenzó aquella noche cuando se cruzó con la imagen que reflejaba de ella, ...

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