SOLO QUERÍA SABER…

María caminaba a solas, sin referencia alguna hacia o por dónde ir, en el intrincado camino que era ser madre soltera.

Una tarde, junto a su hija hacían los preparativos para celebrar que la pequeña Susana cumplía once años y esta le hizo la pregunta que más temía.

—¿Mamá, por qué no tengo papá?

A María aquella pregunta le provocó una nerviosa quietud y desasosiego. Sin embargo, reaccionó, la miró con ternura y le preguntó: 

—¿Podemos hablar mañana? Hoy, disfruta de tu cumpleaños

La tarde siguiente se dirigió a la habitación de Susana y aunque dudó, abrió la puerta. Estaba en juego el futuro emocional de su hija. Entró en la habitación, le dio el teléfono y dijo:

—Tu padre quiere hablarte.

—Yo no. Ya es tarde.

Cortó la llamada y brindó una sonrisa a su madre agradeciéndole que le dejara tomar la decisión de escucharlo o no.

—Solo quería saber si existía —puntualizó.

 

 

 

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