DESQUITE

Fueron pasando las semanas, Asunción y Santiago, apenas se dirigían la palabra, pero desde un tiempo atrás él percibía que la indiferencia era lo único descartable entre ellos.

Una muestra de esto, fue lo ocurrido en una ocasión en la cual ella intentaba alcanzar vajilla, él pensó que tenía la oportunidad de tomarse una pequeña revancha. Se acercó, cogió unos cuantos platos y se los dio, añadiendo:

―Mira que poner las estanterías tan altas. Deberían pensar un poco en las personas más bajitas.

Ella se giró con el gesto torcido. Lucía suelta su larga melena, parte de esta cubría la mitad de su rostro e hizo un femenino gesto para retirarlo. Colocó los brazos en jarras; este gesto y su ajustada vestimenta perfiló aún más su esbelta figura. Le fue imposible apartar la vista de ella, mientras ella replicaba:

―¿Te crees muy gracioso? Sí, soy bajita, pero también muy graciosa ―y puntualizó―: Quedas advertido.

Cuando se separaron, una voz en su interior le advirtió a Santiago, que estaba en peligro de caer en la red del amor.



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