RUIDOSO FINAL

De repente sonó un estruendo el cual a pesar de su intensidad y consecuencias, lo liberó. En el transcurso de los últimos diez días, cuando empezó la cuenta atrás para levantar de nuevo el telón en el remozado teatro, la tensión campaba a sus anchas, apoderándose de los rostros de actores, equipo técnico, incluso la del regidor. No en vano, la representación escogida para el estreno fue un ballet, el elegido era ni más ni menos que El lago de los cisnes. La danza requería movimientos ágiles y precisos, pero sobre todo, coordinados.

Sin embargo, y tras finalizar la coreografía, sonoros fueron; el aplauso del publico y el suspiro de alivio que entre bambalinas se escuchó. Mayor estrépito causó, la caída del tramoyista junto a su silla, al levantarse para bailar en una impetuosa expresión de júbilo. 

RESURRECCIÓN

Al despertar, la oscuridad era tan densa que apenas le dejaba respirar. Intento abrir los ojos, pero los parpados no obedecían la orden de su cerebro, además algo los oprimía. Pasados unos minutos recordó el incidente del día anterior; mientras paseaba en bicicleta y pedaleaba embelesado por el contraste de contemplar algunos árboles diseminados de forma aleatoria, con ramas cubiertas de verdes hojas, respecto a la planicie de un homogéneo color amarillo oro, que ofrecía la sabana, además, le llamo la atención observar a lo lejos algún felino y otros ejemplares sueltos de distintas especies. Sin embargo, de lo que no se percató fue de aquella mole que se le acercaba trompa en ristre y a toda velocidad, cuando quiso reaccionar, ya no tuvo tiempo de esquivarla y el elefante lo atropello, el empuje del paquidermo esparció pedazos del biciclo y al él en medio del camino.

Con la intención de explicarse la coyuntura en la que se encontraba, comenzó a barruntar probabilidades, una de ellas fue; Quizás lo encontraran inconsciente y lo creyeran muerto, dado el estado en que el que estaba su bici y su inconsciencia, asimismo, con toda probabilidad habría algún buitre revoloteando cerca a la espera del momento propicio para iniciar su ingesta diaria, señal inequívoca de un cadáver cercano. tal vez ahora estaría en alguna de las casillas de una morgue a la espera de que su esposa viniera a reconocer el cuerpo, si ella no acudía pronto, su muerte por asfixia seria segura. ‹‹a quien se le ocurre salir solo por estos parajes››, pensó a modo de autorreproche. A continuación, se entristeció cuando se acordó de la mutua promesa de envejecer juntos, si terminaba falleciendo, él no podría cumplir su parte del mencionado compromiso. Este pensamiento le provocó un arrebato de romanticismo y decidió buscar palabras para componer un poema de amor para su esposa, por si conseguía salir de ese entuerto y poder recitárselo, ‹‹ como mal menor, dejaré de pensar en mi situación››, murmuró. Durante un buen rato logró distraer sus pensamientos con aquel pasatiempo, incluso pudo crear una poesía de varias estrofas.

Aquel viaje era el que tenían planeado para su luna de miel, proyecto que habían comentado más de una vez con sus respectivos padres, en el trascurso de los preparativos de la boda, y estos decidieron que sería el regalo de bodas de los cuatro y si no lo remediaba su esposa el desenlace, seria dramático. Algo debió pasar por su cabeza puesto de repente dirigió sus manos hacia sus ojos, los palpó y retiro las anteojeras que los cubría. Se las había colocado la noche anterior para evitar que la luz del amanecer lo despertara. ‹‹Uff, que susto››, fue su primera reacción.

Su memoria le había jugado una mala pasada y el olvido le proporciono una divertida anécdota que contar al volver a casa. Después se asomó al balcón de la habitación del hotel y respiro profundamente, se estirazo y sonrió, pensando que esa mañana visitarían la sabana en una de las excursiones programadas, con guía y vehículos apropiados, incluidos.  Sus labios exhalaron un profundo suspiro de alivio.    

  


  


Olvido fatal, coito interruptus

Aparecieron en tropel, al igual que hacen los caracoles cuando asoma el arcoíris tras un chaparrón. Y aunque era algo cotidiano, la duda de como zafarme de aquel entuerto, martilleaba mi cerebro como el herrero lo hace con el yunque y me impedía disfrutar de un placer similar al satisfacer el deseo carnal. Además, daba la impresión de que habían sellado un tácito acuerdo respecto a sus apetencias. Y yo, sin azafrán para el arroz.


 Cuestión de supervivencia

Pasé muchas mañanas escuchándolas comentar la actualidad del pueblo, siempre me fascinó lo hábiles que eran a la hora de interpretar cual obra de teatro cualquier suceso, hasta el punto de imitarlas en alguna ocasión. Tanto mi madre como sus dos vecinas eran tres expertas del chismorreo, aunque a veces su trivial y pérfida verborrea me indignaba.  Por ello al iniciar mis estudios universitarios me propuse hacer de la veracidad mi sello profesional.

En cambio, hoy podría ocupar un lugar entre de los personajes del cuadro que cuelga en la pared de mi apartamento, titulado: ¨Chisme vecinal¨.  Pues sigo la estela de las tres comadres del barrio donde transcurrió mi niñez, en uno de esos programas televisivos de cotilleo. Cuestión de supervivencia,

PUNTO DE INFLEXIÓN   Laura continuaba con su nueva vida, la cual comenzó aquella noche cuando se cruzó con la imagen que reflejaba de ella, ...

RETAZOS