Genialidad & genialidad

Rodeado de oscuridad, con un pico golpeaba la pared de la cueva. Trató de parar, pero sus brazos continuaron alzándolo una y otra vez, a pesar de estar exhausto. No entendía nada de lo que estaba ocurriendo. Lo último que recordaba, era que, conducía satisfecho del desarrollo de la reunión con el comité de mineros. Pretendían mejorar la visibilidad de los pozos, como de costumbre se negó con rotundidad. En particular, se felicitaba por su genialidad al finalizarla con aquella frase: «¡Es el mercado, amigo!».  

Se le acercó un siniestro personaje que, con voz gutural, le espetó:

—Tus ojos no volverán a ver y por cada una de las que cegaste en la mina, sufrirás cien vidas en negro repitiendo el mismo gesto.

 Después, comenzó a alejarse. El condenado intentó reivindicar su postura, Lucifer se giró y dijo:

—¡Es tu penitencia, amigo! —Hizo una pausa y añadió —: Fue ingenioso poner aquel perro en mitad de la curva, ¿verdad? 

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