VACÍO
Fui yo quien se lo permití, mis pasos sincronicé con su compás, temía su implacable juicio. Por el, no escribí el borrador de aquella novela que mil veces imaginé a pesar de que su protagonista me hablaba, como sí los dos conectáramos a través de telepatía, ni me paré a escuchar el sonido de la lluvia, tampoco miré las estrellas una clara noche de luna llena o siendo por unos segundos valiente me subí a un monopatín corriendo el riesgo de divertirme. Tan solo, patiné por una pendiente llena de grasa hasta estrellarme en el más absoluto vacío. Mientras, él, entonaba su monótona onomatopeya, Tic tac, tic tac…
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