CAUSA-EFECTO
Amanecía y, ante la imposibilidad de coger el sueño, fue hasta
la cocina, se preparó un café y tomó asiento. Pasados unos minutos cogió su
teléfono y, tras consultar en Google, marcó un número.
Sus pensamientos eran, de nuevo, un Carrusel, nunca entendió el
porqué de su impulsividad y el sempiterno vacío que sentía en su interior.
Además, la pesadilla que durante la noche le robó el sueño... En ella se miraba
al espejo. Detrás de ella, la austera imagen de su padre, su cabeza enjaulada,
sus labios intentaban hablar y, aunque los barrotes eran de oro, o quizás por
eso mismo, no permitían que su voz los traspasara.
Varias semanas después, una mañana entró en el despacho de su
padre. Ante la sorpresa de este, se sentó, lo saludó y dijo:
—Papá, me han diagnosticado TLP.
Para iniciar mi recuperación necesito oír de ti un te quiero y que me des ese
abrazo que jamás me diste.
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