EL LENGUAJE DE LAS ROSAS
Tener
la certeza de que su apartamento había dejado de ser un simple habitáculo para
transformarse en un hogar le permitía sobrellevar la rutina diaria de manera
sosegada, aunque, al igual que en los últimos siete días, el deseo de regresar a
este provocó que la jornada laboral transcurriera lenta. Además, hoy se cumplía
la primera semana de convivencia después de un año de relación y pensaba
sorprenderla.
Lo
tenía todo planeado: cocinaría el plato preferido de su pareja acompañado del
vino que a ella más le gustaba y en el centro de la mesa colocaría un jarrón
con doce rosas rojas.
Afanado
con los preparativos no se percató de los objetos que había en la mesa del
salón hasta que se acercó para colocar el mantel.
Sobre
esta contempló un juego de llaves, un “lo siento” escrito en un papel y una
rosa amarilla.
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