Música burlona

No conseguí encontrar una postura cómoda en todo el trayecto, no obstante, la certeza de que al fin nos veríamos compensó las doce horas de incomodidad. Tras aterrizar, recogí mi equipaje, salí al vestíbulo y busqué con la mirada hasta cruzarme con la suya. Caminé hasta llegar a su lado, nos miramos indecisos, di un último paso y acerqué mis labios con intención de besar sus mejillas, aunque en un movimiento instintivo encontré los suyos, al sentir el dulce calor de su beso deseé que el tiempo se detuviera en ese instante.

Al separar nuestros labios, susurré:

—Ni te imaginas las veces que he soñado este momento…

Ella selló mis labios con un nuevo beso, de repente, una molesta y sonora canción lo interrumpió.

Abrí los ojos; en la cama nada estaba en su sitio, el despertador con su estruendosa música parecía burlarse, apagué el maldito aparato, cerré los ojos y abrazado a la almohada, intenté dormirme de nuevo.

 

 


 

Bromitas a mí…

Ninguno de los allí presentes notó que había un cocodrilo sobre la mesa del comedor. En cambio, Juan se divertía mientras observaba las miradas interrogantes entre ellos. Les sorprendió aquella invitación.

—Ha sido una pena la muerte del joven cocodrilo —dijo uno de ellos.

—Según el parte del veterinario falleció por causa desconocida —contestó Juan, después, preguntó —¿Qué pasó con el cuerpo? No sé nada de él.

Juan notó la sorpresa que les causó aquella pregunta y tuvo que esforzarse para contener su risa, conocía el motivo de dicha reacción. Ellos intentando gastarle una broma, lo dejaron encima de la mesa de su despacho.

—Dejemos a un lado el trabajo —propuso.    

—La caldereta está espectacular, el pollo está muy sabroso —comentó uno de los invitados.   

—No es pollo, es de pescado, diría que rape o congrio —replicó otro.

—Es una carne especial, alguien la dejó encima de la mesa de mi despacho.

La palidez en los rostros fue unánime…

 


Ángel custodio

«¿Por qué no se lo dije cuando me fui…?», me pregunté al conocer la noticia.

Después, cogí el libro que me regaló tres años atrás e intenté concentrarme en la lectura. En la primera hoja, escrito a mano se podía leer; escucha al ratón…

Debió vencerme el sueño, pues me desperté sobresaltado al oír:

—Enhorabuena. Señora directora.

—No fue necesario que dijeras nada, cuando solicitaste la excedencia supe que habías comprendido mi mensaje y, la fábula del ratón y el trozo de queso, esperaba este momento

«Seguro que lo he soñado», pensé.

A continuación, me pregunté sí aquel sueño era para acallar mi conciencia, o sí, él seguía cuidando de mí.

Aunque, lo más probable era que lo hubiera provocado las contradictorias emociones vividas aquel día.

Por la mañana se confirmó mi ascenso y horas después supe de la muerte de Santiago Ortiz, verdadero artífice de mi ascenso y hacía más de un año que no hablaba con él.

 

  


NO FUIMOS MÁS

Fuera de ti y de mí,
tímidamente
anuncia su llegada el estío.
Al horizonte que el atardecer en rojo tiñe
se acercan nuestras huellas.
Y la pleamar baña nuestros pies.
Viste el estío tu cuerpo,
las verdes oleadas de tus ojos
inundan mi mirada.
Una sonrisa de nácar
reflejaba su brillo
en tus rosados labios.
El rubor por lo inevitable
pero no previsto,
enrojece tu rostro.
El otoño tejía mis sienes
con blancos hilos,
las llamas de la pasión
ya consumió.
La timidez de prudencia
se enmascara
y al deseo amordaza.
Dentro de ti y de mí,
las olas que en tus ojos nacen
arrastran la timidez,
el nacarado brillo de tu sonrisa
prende la llama de la pasión.
La prudencia apaga tu rubor.
Lo no previsto
deja de ser inevitable,
nuestros labios se funden
y no fuimos más
ni tú ni yo.
En la arena
la pleamar borra
una sola huella.
Y la primavera
engendra un amor
que el estío alumbrará.
Benet da silva 06 de julio de 2021


PUNTO DE INFLEXIÓN   Laura continuaba con su nueva vida, la cual comenzó aquella noche cuando se cruzó con la imagen que reflejaba de ella, ...

RETAZOS