La más dura batalla de la operación; tormenta del desierto

—Americano, americano…  

Un joven intentaba captar la atención de Santiago, este desbordado por el atroz panorama producto de la última refriega, no percibió esta circunstancia. El chico insistió. Cuando al fin el sanitario le prestó atención y observando que buscaba ayuda en la traducción, dijo en perfecto inglés:

—No es necesario. Yo sé hablar el idioma de Shakespeare. 

Santiago no lograba salir de su asombro.

Mientras curaba sus heridas, el joven paciente le preguntó:

—¿Por qué quieres ser un héroe? ―Y sin darle opción a contestar, añadió —: Antes de venir vosotros; tenía padres, hermanos, amigos y novia. Había superado la prueba de acceso a la universidad. Puedes explicarme: ¿Por qué me habéis arrebatado todo eso?

Estas palabras desencadenaron la batalla más dura a la que se había enfrentado Santiago, desde el inicio de aquella injustificable barbarie. En sus pensamientos combatían por imponerse; la conciencia: «¿¡Cómo puedo participar de esta farsa!?» y la razón: «Necesito un trabajo estable».

 

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