Búsqueda
Mientras su cigarrillo se convierte en ceniza, sus pensamientos son una retahíla de recuerdos y se pregunta el motivo de aquella agradable sensación de felicidad. Una infantil voz desde su interior, le invita a girar su mirada diciéndole: «ella es el motivo». La miró un instante y la abrigó con su cuerpo, contempló la sonrisa que asomaba en sus labios, sus senos marcaban un relajado compás. Para ellos, las frías noches en soledad, habían llegado a su fin.
Tres meses antes…
No se conocían, tropezaron en una
de esas causalidades ante las que la vida nos coloca. Pero reconocieron en el
otro, aquello que Nietzsche denominó como; el estigma de Caín. Ambos tenían la
mirada de quien atendiendo a sus más bajos instintos y desafiándose a sí mismo,
subió a la barca de Caronte, bailó un tango con Azrael y escapó. Dos corazones parcos
en palabras y errantes en busca de la bitácora que les guie hasta ese etéreo e
intangible líder, llamado amor.
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